El viernes por la noche salí nuevamente con Oliver. Esta vez echamos unas partidas de billar en un club al más puro estilo. Mesas grandes, de tapete azul, y bien iluminadas, decoración inglesa, moqueta en el suelo,... Me encantó! Cuando le haya pillado el tranquillo probaré con el snooker.
De ahí salimos a las nueve y fuimos a un pub antiquísimo llamado White Friars, donde sirven las "ales" (la famosa cerveza caliente, que es en realidad tibia). Estábamos sentados en una mesa cuando pasó un grupo de veinte personas que tenían toda la pinta de ser españoles.
En ese momento no reaccioné pero al cabo de un rato volvieron a la barra, a pedir, y fue entonces cuando me acerqué a un tío y le solté a bocajarro: "¿Eres español?". El chico se medio asustó de que le entraran así de golpe, pero consiguió decir "I am sorgry, I don't speak Spanísh" con un fortísimo acento francés. Ni corto ni perezoso me puse a hablar en francés con ellos (estaba con dos chicas francesas) y les conté mi situación, que llevaba una semana en Coventry y que no conocía apenas a nadie. Y sólo ingleses. En seguida se compadecieron de mí y nos invitaron a su mesa.
Eran una veintena de estudiantes franceses e italianos, entre los veinte y los veinticinco años, y llevaban desde setiembre viviendo en Coventry. Nos lo pasamos bien, bebimos unas cuantas pints y nos dimos los teléfonos. Latinos por fin!
La pena es que no estarán para el mundial y que ya habrán vuelto a sus países. Pero menos da una piedra.
Y bueno, después de la latin connection, Oliver y yo seguimos nuestro camino de pubes y alcohol y acabamos en una discoteca llamada Jumping Jacks. Ni el sitio ni la música eran un gran qué, pero la gente estaba bien, muchos eran de mi edad y mayores, y había buen rollo entre todos.
Oliver no tardó mucho en acercarse a hablar con una chica, una inglesa simpática (a la postre me enteré que era enfermera...). No tardó ni diez minutos y ya se estaban enrollando. Menudo fiera el tal Oliver. Me pareció paradillo cuando lo conocí.
El caso es que se preocupó por mí, habíamos salido sólo nosotros dos, y pilló al vuelo una chica que pasaba por allí y le contó que yo era español, que acababa de llegar, que la había visto bailar y que me gustaba (?). Por lo visto le hice gracia y se puso a darme cuerda. No entendía ni jota de lo que me decía. A esas horas (la una de la mañana) yo ya iba bastante ciego y ya me había acabado la capacidad de hablar y entender el inglés.
Así que, antes de que desesperásemos los dos, conseguí explicarle que me tenía que ir. La chica puso un poco cara de pena, quería presentarme a sus amigos (un grupo de lo más variopinto, que tenían en común estar borrachos y bailar como avestruces). El plan no me tiraba en absoluto, así que en esas que me despedí de Oliver, quien se sintió muy culpable por, según él, "dejarme tirado". Le dije que en absoluto se debía preocupar por mí, que disfrutase!
Seguro que la historia de Oliver y la enfermerá merecerá algún otro post en el futuro...