Lady Godiva

A mediados del siglo XI el conde de Mercia, llamado Leofric, y su esposa lady Godiva se trasladaron de Shrewsbury a Coventry, que era entonces poco más que un pueblo rural de seis mil personas.

Al poco de llegar allí él hizo construir una abadía, que pronto se convirtió en un centro de actividad económica y social que hizo de Coventry una de las ciudades más importantes de las Midlands. Ella a su vez se dedicó a promover el arte y a disfrutar de la vida de los nobles: cazar, montar a caballo y relacionarse con otros nobles.

Esta señora quiso que Coventry y sus habitantes fuesen un ejemplo de sensibilidad y productividad cultural, pero entonces se percató de que los campesinos y los artesanos a duras penas sobrevivían trabajando todas las horas de luz de todos los días. El vulgo se deslomaba para comer, tener un techo y pagar los impuestos. Era imposible, aunque lo había intentado, despertar su interés por el arte.

Impuestos que el conde había cargado a absolutamente todo. Así que lady Godiva empezó una verdadera campaña conyugal para conseguir reducir la carga sobre los campesinos y artesanos y eventualmente poder inspirar inquietudes artísticas al populacho.

Al principio el conde Leofric se reía de ella y de sus intentos, pero por lo visto llegó a ser tan insistente a lo largo de los meses que se estaba convirtiendo en un verdadero calvario. Además, estaba afectando a su matrimonio, institución de la que los dos eran fervientes creyentes.

Así llegó un dia en que el conde, cansado de su santa esposa, aceptó retirar los impuestos y volver a la situación fiscal anterior. Pero le puso una condición que, creyó, ella no cumpliría jamás y así dejaría de darle la brasa de una vez por todas.

Le pidió que diese ejemplo de su amor al arte y, consecuentemente con las ideas de los artistas clásicos griegos y romanos, hiciese gala de su cuerpo, símbolo de pureza según estos. Le pidió que el jueves, día de mercado, se pasease desnuda, montada a caballo, por la plaza del pueblo, como muestra de su creencia en el arte y en el cuerpo como obra divina y no símbolo de perversión y sexo.

Para su sorpresa, y la del pueblo, ella accedió y se paseó en pelota picada y a caballo por toda la plaza del mercado. El marido retiró los impuestos y todos los ciudadanos fueron menos desgraciados a partir de entonces.


No he llegado a saber si el populacho se puso a pintar y a esculpir y a aprender a leer y todo eso que lady Godiva deseaba para las gentes de Coventry. Lo que sí puedo asegurar es que las chicas de esta ciudad siguen paseandose medio en pelotas por los pubes del centro, con menor pasmo de los locales, pero sin por ello ser menos merecedoras de reconocimiento.

La chica de la foto me la encontré en un pub esperando para entrar en el baño de señoras. Me acordé de Lady Godiva, que, por cierto, los ingleses pronuncian godaiba...